con constancia y paciencia se alcanzan las cumbres

martes, 30 de noviembre de 2010

Entrevista en "LA VOZ DE ALMERIA" a Pedro Blanco Naveros sobre el libro "Veintiuna Historias de Amor"

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miércoles, 17 de noviembre de 2010

PRESENTACIÓN DEL LIBRO “VEINTIUNA HISTORIAS DE AMOR” por Pilar Quirosa-Cheyrouze

La narrativa explícita de un escritor se traduce en la pulsión de una serie de vivencias, de escapadas oníricas dirigidas hacia la creación, encaminadas hacia un paisaje íntimo y recreado, el que proviene de la naturaleza que le rodea y el que deviene de la propia naturaleza del ser, traduciendo toda una estela de sentimientos.

El libro del escritor Pedro Blanco Naveros, contiene veintiuna historias de amor que nos seducen como nos sedujeron en su día aquellos versos de adolescencia, los veinte poemas de Neruda y aquella canción desesperada, que aquí, acompañando al epílogo que cierra el libro, nos llega desde la profunda reflexión de la búsqueda, de los orígenes de la propia existencia. El libro, editado por Alhulia, en la colección de narrativa Crisálida, está acompañado de un magnífico prólogo escrito por Miguel Naveros Pardo, titulado “El don preclaro de evocar los sueños”, de herencia machadiana, que atraviesa el sutil hilo de la memoria y el poder de la explícita mirada y la sonrisa cómplice, a lo largo de estas secuencias literarias.

La fina ironía, en la mayoría de los casos, cede en función de diversos planteamientos metafísicos. Pero también aparece el instinto, la cotidianeidad, el impulso, los gestos inmediatos que se unen a las distintas remembranzas, desde la infancia a la madurez del ser, el recorrido que une a eros y a thanatos, en una frecuencia álgida: así atravesamos esa línea, desde un colchón de lana de otros tiempos al entorno medieval de un determinado paraje, el cine a imagen y semejanza de la vida compartida con los sueños, como afirmara Federico Fellini, y esa pujanza que atraviesa la enseñanza viva, carnal, que es perecedera y que, por lo tanto, anima a disfrutar de los momentos nacidos para el goce. Una belleza sensible, donde se llega a través de un laberinto erótico, de silencios y de palabras urgentes en un universo que el presente reclama, porque el Big Bang es más antiguo que el amor y la vida es lo único que potencialmente, tenemos, padecemos y disfrutamos.

Como salvoconducto, pues, el amor, sus juegos, sus recorridos y, también, sus derrotas. Un aliento racional para retener la palabra al filo de lo deseable, lo explorado, lo vivido, lo soñado. El disfraz de narrador se desenvuelve a golpe de realidades entre episodios, a veces eludidos, a veces abiertos, connaturales a la propia existencia, jocosos, tiernos, esperanzadores, experiencias que se visten de sutilezas, resonancias y añoranzas, cuando la curva de la vida avanza sin más remisión que la aceptación del paso de los días. Mientras el vértigo de la existencia se nutre de sensaciones cotidianas.

Desde la soledad del voyeur hasta el rito del abrazo y de los besos, consumado el acto de amar. Desde el desamor y el fracaso sentimental y la pérdida del glamour cinematográfico de otros días hasta la escalada que persigue la constatación de la belleza. Desde la sombra a la alborada vivencial. De magia y de luz, a través de la música. Un fado. Una balada. El paisaje íntimo. Por sus páginas se internan muchos temas de autores conocidos y reconocidos, tales como el recordado Carlos Cano, el folklore de una isa canaria, la poesía canalla de Joaquín Sabina, pasando por la sensibilidad de Sergio Dalma, o las notas contenidas en el Oxygene de Jean Michel Jarre. Y la poesía de Machado y Lorca. Y, por supuesto, Neruda, confesando que ha vivido.

Sin duda, Pedro Blanco Naveros hace un recorrido por el mapa de la mujer, por lo que representa el cuerpo femenino, cumplido el deseo narratológico del voyeur en el Faro de Cullera. Un recorrido, junto al eterno femenino, por los paisajes de ciudades y territorios abiertos al amor. Con el telón de fondo de la Torre de los Vientos ateniense, las montañas austríacas, los paisajes africanos o el paraíso canadiense. Desde Madrid a Tenerife en vuelo de Carnaval. La belleza andaluza. Los recuerdos infantiles, caso de la presencia del barquillero o los coches de choque, la reivindicación del medio ambiente, concretamente de los cetáceos, en esa secuencia marítima de los delfines, universos que están en la tierra y que el autor festeja, junto a un cuerpo de mujer, desde una pátina de sensualidad palpable, en inacabables y partícipes juegos de seducción.

Unos relatos que nos llevan a visualizar el elemento sorpresivo, vivir el instante, el Carpe diem horaciano, el siempre nos quedará, en este caso, el paisaje islandés de Hüsavik –homenaje al París imperecedero de la película Casablanca, de Michael Curtiz .

De momentos etéreos, de encuentros soterrados, para romper la rutina y escapar de las páginas y las heridas abiertas del desamor. Para soñar despierto, con historias que nunca repiten el mismo escenario, que vuelan con la virtud de saber romper los espejismos, con esa contención, de agua de luna, presencia y magia de la música en la estética new age de Himekami, música y aire empapados de vida.

Como las veintiuna historias que el pincel evocador de Pedro Blanco Naveros nos retrata.

Pilar Quirosa-Cheyrouze

Noviembre 2010.